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De La Habana a Madrid: ¿presos de conciencia o mercenarios a conciencia?
De La Habana a Madrid: ¿presos de conciencia o mercenarios a conciencia?
(2 videos y texto)
28 de marzo de 2010: muere en huelga de hambre Rubén Terzagui, preso argentino (1).
24 de mayo de 2010: muere Natalia Sánchez, estudiante en huelga en la Universidad de Puerto Rico (2).
30 de junio de 2010: muere en prisión de Ibagué (Colombia) el preso político Arcesio Lemus (3).
12 de julio de 2010: Policía Nacional Panameña da muerte a siete indígenas de la etnia Ngäbe Bukle (4).
Escríbenos diciendo por qué canal de televisión te has enterado de alguna de las anteriores noticias: cubainformacion@cubainformacion.tv
Roger Noriega, subsecretario de Estado en el gobierno de George W. Bush, ha confesado recientemente en un programa radial que en 2002 James Cason fue enviado a La Habana, como jefe de la oficina diplomática de EE.UU., con un objetivo preciso: tensar aún más las relaciones con Cuba y provocar su expulsión de la Isla (5). Para ello, hizo público y notorio lo que durante años diferentes gobiernos de EEUU había desarrollado con discreción: el apoyo económico y logístico a los llamados “grupos disidentes” y “periodistas independientes” de la Isla. Agentes cubanos infiltrados aportaron las pruebas de esta relación, y los tribunales cubanos condenaron a 75 personas a largas penas de prisión (6).
Manuel David Orrio, periodista y una de las personas que presentó las pruebas de la conexión de estas personas con la oficina diplomática norteamericana, decía hace poco a Cubainformación: “Ellos recibían su dinero –yo también, por supuesto-, lo cobraban en cualquier banco o lugar donde pudieran usar una tarjeta Transcard. Pero cuando le seguías la pista al dinero, ibas a parar a las (entidades ligadas al gobierno de EEUU) National Endowment for Democracy (NED), a la United States Agency for International Development (USAID), etc. En los registros que se hicieron se ocuparon más de 100.000 dólares solo en efectivo”.
7 años después, el Gobierno cubano ha puesto en libertad a quienes aún estaban encarcelados, y una buena parte han sido acogidos en territorio español por el Gobierno de Madrid. Una gran campaña de propaganda mediática ha reconvertido a colaboracionistas de una superpotencia en inocentes y desamparados “prisioneros de conciencia”.
Para ello, los medios han aplicado la censura total sobre las verdaderas causas de su encarcelamiento en la Isla: la recepción probada de fondos del gobierno de EEUU y el trabajo a su servicio. En una de las innumerables apariciones en los medios, dos de los excarcelados, con la colaboracion del periodista de Televisión Española, trataban de hacer creer a la audiencia que las pruebas acusatorias ante los tribunas cubanos habían sido la tenencia de lapiceros y de una máquina de escribir, y no los cheques cobrados.
El gobierno de George W. Bush subió la asignación a todo tipo de “disidentes” y “periodistas independientes” en Cuba de 3,5 millones de dolares en 2000 a 45 millones en el 2008 (7). Y el actual gobierno de Obama aprobó 20 millones de dólares en el año fiscal 2008-2009 (8). El delito de colaboracionismo con una potencia extranjera está tipificado en el código penal de casi todos los países del mundo. En el caso de un país del Tercer Mundo como Cuba, el castigo a quienes reciben dinero de la superpotencia que somete a la Isla a un bloqueo rechazado por la Comunidad Internacional, está aún más justificado (9).
Citemos un ejemplo de cómo los medios censuran la información inconveniente. En varios diarios se afirma que, entre otros excarcelados, Normando Hernández González “trabajaba para Radio Martí”, medio que definen con un curioso eufemismo: “emisora con sede en Estados Unidos” (10). Ninguno de los medios explica que esta “emisora con sede en Estados Unidos” pertenece al gobierno y fue creada por Ronald Reagan en 1985 para la guerra de propaganda contra Cuba (11). Hasta 2008, el gobierno de EEUU había destinado más de 600 millones de dólares a Radio y Televisión Martí, que emiten hacia Cuba, violando todas las convenciones internacionales sobre telecomunicaciones, desde un avión militar EC-130 perteneciente a la Unidad de Guerra Psicológica de las Fuerzas Armadas norteamericanas (12).
El panfleto titulado “Yo acuso al gobierno cubano”, que afirma que éste practica la tortura, ha sido reproducido en los últimos meses por todos los grandes medios (13). Curiosamente, ninguna de las personas liberadas ha mencionado que haya sido torturada en sus 7 años de condena, algo que –por otro lado- jamás ha sido demostrado en la Isla en los últimos 50 años, salvo en la ilegal base estadounidense de Guantánamo. Algo que contrasta, también, con las denuncias de Amnistía Internacional sobre la práctica de la tortura en comisarías españolas (14).
Los supuestos “disidentes” cubanos han aparecido con un saludable aspecto, a pesar de todos los intentos por dramatizar con respecto a su estado de salud. El periodista del Canal 24 horas de Televisión Española, en tono paternalista, le preguntaba a uno de ellos, Pablo Pacheco, sobre las consecuencias del encarcelamiento en su salud. Éste, finalmente, responsabilizaba al gobierno cubano de una gastritis y una migraña.
A falta de denuncias sobre horribles torturas medievales, los medios han encontrado un filón amarillista en los detalles escatológicos vinculados a las carencias materiales de las cárceles cubanas. “Les voy a hablar claro, como tiene que hacer una persona cuando tiene que decir la verdad: (convivíamos) con la mierda, con el excremento”, decía entre aspavientos el ex preso Julio César Gálvez.
Al margen de dar o no credibilidad a estos testimonios, las deficiencias materiales de las instalaciones carcelarias cubanas son comunes a las de las prisiones de cualquier país de su entorno geográfico, pero donde el hacinamiento, la falta de higiene, el negocio de la droga o la violencia intracarcelaria son problemas infinitamente más graves que en las prisiones de Cuba (15).
Los mismos medios que silencian la situación brutal, por ejemplo, de las cárceles de Colombia, donde existen más de 7.000 presos políticos, otorgaban calificativos como “brutal”, “bestial”, “cruel”, “trágico” o “terrorífico” a la existencia de cucarachas en las cárceles cubanas (16).
Los analistas John M. Kirk y Emily J. Kirk publicaban recientemente en Internet un análisis de medios de comunicación estadounidenses, cuyos resultados podrían ser extrapolables a los medios españoles (17). En los 7 primeros meses tras el golpe de estado de 2009 en Honduras, se produjeron 43 asesinatos de miembros de la oposición y miles de detenciones ilegales. Y en los primeros meses de 2010, 8 periodistas han sido asesinados. Cinco de los más importantes medios de comunicación de EEUU, entre ellos la CNN y el New York Times, le dedicaron a ello un total de 6 noticias en casi 10 meses. Por el contrario, el fallecimiento por huelga de hambre del preso cubano Orlando Zapata y las marchas de las llamadas Damas de Blanco generaron en los mismos medios, en un tercio del tiempo, apenas 3 meses, 147 noticias, es decir, tuvieron una presencia informativa 25 veces mayor.
El ex preso Pablo Pacheco daba gracias a los medios españoles por sus buenos servicios: “Doy gracias a Televisión Española y a toda la prensa en España que, de verdad, ha sido muy buena con todos nosotros”.
Los medios españoles han pasado de puntillas sobre las declaraciones de uno de los ex presos cubanos, que denunciaba que el gobierno de la Isla había aplicado contra ellos una política de dispersión geográfica. Ricardo González decía: “Fuimos alejados a cientos de kilómetros de nuestras familias, para dificultar a nuestras familias, para castigar a nuestros seres queridos”.
Recordemos que el gobierno español lleva más de 20 años aplicando la política de dispersión geográfica a los presos vascos, cuya consecuencia directa ha sido, por ejemplo, el fallecimiento de 16 familiares en accidentes de tránsito durante sus viajes de visita (18).
En las cárceles españolas existen 750 personas presas vinculadas al independentismo vasco. Al menos a 130 de ellas no se les ha probado la realización de una sola acción violenta, y han sido condenadas por pertenecer a organizaciones políticas ilegalizadas o por ejercer el periodismo en publicaciones hoy cerradas (19). Pero los mismos medios que colocan la etiqueta de “presos de conciencia” a los cubanos, aplican la de “terroristas” a los vascos.
Uno de los periodistas de Radio Martí, Normando Hernández, narraba las supuestas autolesiones de presos en Cuba, como si éstas no ocurrieran, por ejemplo, en las cárceles españolas: “Un recluso se introdujo dos agujas de inyectar en la parte oscura de sus ojos. 36 milímetros de frío acero taladraron ese glóbulo ocular. Y cuando le pregunté, ven acá, ¿por qué tú has hecho eso? Me dijo: para no ver la injusticia”.
Este tipo de escenificación artificiosa es ya una tradición en la industria y negocio de la contrarrevolución cubana. En noviembre de 2009, la bloguera Yoani Sánchez, sostenida económicamente, entre otros, por el grupo español Prisa, convocaba a la prensa internacional para relatar una supuesta paliza por desconocidos en el interior de un automóvil en La Habana, calificando la experiencia como “un viaje al terror” (20). Aseguró que tenía terribles magulladuras en varias partes del cuerpo pero, cuando la prensa internacional insistió en publicar las fotografías de sus marcas, se negó en rotundo, dejando en evidencia el engaño (21).
A comienzos de los años 80, una gran campaña mediática internacional presentó al ex policía de la dictadura de Batista Armando Valladares como un poeta encarcelado en Cuba por sus ideas y que, debido a los maltratos en prisión, había quedado postrado en una silla de ruedas (22). La cámara oculta del gobierno cubano descubrió que el supuesto discapacitado realizaba todo tipo de ejercicios gimnásticos en su celda (23). Esto no fue impedimento para que, tras su indulto, el presidente Ronald Reagan le nombrara embajador de EEUU en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Hoy, es un adinerado especulador empresarial (24).
En varios de los medios que han cubierto la llegada a Madrid de los ex reclusos cubanos, la propaganda de la sociedad de consumo se mezcla con el infantilismo más ridículo de algunos de ellos. En Telecinco, el director de informativos Pedro Picheras preguntaba a la periodista enviada Belinda Cea: “¿Cómo han reaccionado a la vida en libertad, al mundo que nosotros vemos cada día?” Ésta le contestaba: “Dicen que el impacto está siendo brutal, bestial, que es como llegar al paraíso”. “(Estoy) impresionado, impresionado, (veo) todo tipo de carne (en este supermercado)”, se oía decir a Pablo Pacheco. La voz en off completaba: “Vienen de un país que se mueve en Cadillacs y bicicletas. (...) Estos coches les sorprenden. (...) Aquí, Pablo descubre la cámaras (fotográficas) digitales”.
En el colmo de la manipulación, la periodista de Telecinco daba a entender incluso que, en Cuba, no existe telefonía móvil: “Por primera vez Pablo ha visto un móvil”. El ex recluso ayudaba al embuste: “Para mí, esto es ciencia ficción”.
El mensaje es evidente: Cuba, sin socialismo, no pasaría a las condiciones socioeconómicas de los países capitalistas de su entorno, como Haití, Jamaica o la República Dominicana. Cuba sería como Europa.
El mismo Pablo Pacheco hacía, finalmente, un canto a la llamada “libertad de prensa”: “Lo que más me impresiona en este país es la prensa, la libertad de prensa que hay. Que tú puedes decir lo que quieres, cuando quieres y donde quieres”.
Evidentemente, su mensaje sumiso al poder siempre tendrá espacio privilegiado en los medios, propiedad de los grandes empresarios. Los mismos medios que, por cierto, ahora imponen la censura total a quienes denuncian su condición de mercenarios.
Pero, al margen de toda la propaganda mediática, lo más chocante de todo este asunto es que los supuestos “presos de conciencia” cuya liberación presenta el gobierno español como prueba de sus buenas gestiones, a los pocos días de llegar a Madrid acusan a dicho gobierno de engañarles, porque no les paga las ayudas económicas acordadas (25).
El alojamiento en el hostal de un barrio obrero de Madrid también ha sido objeto de quejas contra el gobierno español. "El baño es colectivo y las habitaciones no están ventiladas", comentaban (26). Uno de ellos denunciaba también que tendrá que ir a unas instalaciones para inmigrantes donde tendrá “que convivir con 40 personas” (27).
Y lo que es aun más surrealista: las personas cuya liberación ha sido presentada por el gobierno español como la prueba de que las sanciones de la Posición Común europea contra Cuba no son la vía para forzar su imaginaria “transición” en la Isla, han sacado un comunicado solicitando que la Unión Europea no derogue la citada Posición Común y continúe con las sanciones a su propio país (28). Normando Hernández decía ante las cámaras: “Esto es un maquillaje del gobierno cubano, que persigue un solo objetivo (sic), entre tantos otros: que le retiren la Posición Común (europea), que se adoptó cuando el gobierno de Aznar, en 1996. Creo que es una aberración retirarle la Posición Común a Cuba”.
Los inocentes e indefensos “ex presos de conciencia” cubanos, apoyados públicamente por personajes de la ultraderecha como la escritora Zoe Valdés, quien –recordemos- aboga públicamente por la intervención militar de EEUU en Cuba, han mostrado su verdadero rostro (29). Toda una lección política para el gobierno español, a quien sus defendidos le han apuñalado por la espalda.
Manuel David Orrio, periodista y uno de los agentes que probó, en 2003, las conexiones de estos “disidentes” con el gobierno de EEUU, nos decía: “Cuba dista de ser una sociedad perfecta, pero es perfectible. Pero aquí no se está discutiendo eso. Se está discutiendo nuestro derecho a decidir sobre nuestro destino -errores incluidos-, sin injerencias de gobiernos extranjeros. Éste fue el sentido de mi lucha en esos 11 años (como agente de la Seguridad cubana) y será el sentido de mi lucha durante toda mi vida”.