L’1 de novembre de 2014, el Partit dels i les Comunistes de Catalunya va acordar la seva dissolució com a partit polític i la cessió de tot el seu capital humà, polític i material a una nova organització unitària: Comunistes de Catalunya.
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Un terratrèmol de 7 graus en l'escala de Richter va sacsejar Haití la passada nit i va causar desenes de milers de morts i ferits en el país més pobre
de l'hemisferi occidental. L'epicentre del sisme va situar-se a 15 quilòmetres de la capital. A la primera tremolor li van seguir tres rèpliques de 5,9, 5,5 i 5,1 graus de magnitut.
Tot i que encara, per la dificultat de la situació no hi hagi un inventari oficial de danys, morts i desapereguts, la capital, Port-au-Prince, ha quedat
completament destruïda. Un nombre indeterminat d'edificis públics, entre ells el Palau Nacional, així com un hospital, la catedral, instal·lacions de
l'Organització de Nacions Unides (ONU), hotels, comerços i centenars d’edificis de vivendes es van esfondrar mentre es mantenen tallades les
comunicacions i l’accés a l’electricitat i a l’aigua potable.
Davant aquesta situació d’emergència humanitària, l’Associació Catalana per la Pau ha rebut una demanda urgent de suport del nostre soci local a Haití, el Centre de Recherche et de Formation Economique et Sociale pour le Developpement (CRESFED) -organització que actua en el camp del desenvolupament i amb qui ja estem executant altres projectes-, per a pal·liar les conseqüències del terratrèmol i iniciar tan aviat com sigui possible les tasques de reconstrucción conjuntament amb les autoritats locals. Per a fer front a la situació, des de l’Associació Catalana per la Pau iniciem una campanya de solidaritat i fem una crida a persones, entitats socials i institucions catalanes a la col·laboració, fent aportacions econòmiques al compte número 2100 3200 91 2201253066.
La tragedia conmueve de buena fe a gran número de personas, en especial las de carácter natural. Pero tal vez muy pocos se detienen a pensar por qué Haití es un país tan pobre. ¿Por qué su población depende casi en un 50 por ciento de las remesas familiares que se reciben del exterior? ¿Por qué no analizar también las realidades que conducen a la situación actual de Haití y sus enormes sufrimientos?
Lo más curioso de esta historia es que nadie pronuncia una palabra para recordar que Haití fue el primer país en que 400 mil africanos esclavizados y traficados por los europeos se sublevaron contra 30 mil dueños blancos de plantaciones de caña y café, llevando a cabo la primera gran revolución social en nuestro hemisferio. Páginas de insuperable gloria se escribieron allí. El más eminente general de Napoleón fue derrotado. Haití es producto neto del colonialismo y el imperialismo, de más de un siglo de empleo de sus recursos humanos en los trabajos más duros, de las intervenciones militares y la extracción de sus riquezas.
Este olvido histórico no sería tan grave como el hecho real de que Haití constituye una vergüenza de nuestra época, en un mundo donde prevalecen la explotación y el saqueo de la inmensa mayoría de los habitantes del planeta.
Miles de millones de personas en América Latina, África y Asia sufren de carencias similares, aunque tal vez no todas en una proporción tan alta como Haití.
Situaciones como la de ese país no debieran existir en ningún lugar de la Tierra, donde abundan decenas de miles de ciudades y poblados en condiciones similares y a veces peores, en virtud de un orden económico y político internacional injusto impuesto al mundo. A la población mundial no la amenazan únicamente catástrofes naturales como la de Haití, que es sólo una pálida sombra de lo que puede ocurrir en el planeta con el cambio climático, que fue realmente objeto de burla, escarnio y engaño en Copenhague.
Es justo expresar a todos los países e instituciones que han perdido algunos ciudadanos o miembros con motivo de la catástrofe natural en Haití: no dudamos que realizarán en este instante el mayor esfuerzo por salvar vidas humanas y aliviar el dolor de ese sufrido pueblo. No podemos culparlos del fenómeno natural que ha tenido lugar allí, aunque estemos en desacuerdo con la política seguida con Haití.
No puedo dejar de expresar la opinión de que es hora ya de buscar soluciones reales y verdaderas para ese hermano pueblo.
En el campo de la salud y otras áreas, Cuba, a pesar de ser un país pobre y bloqueado, desde hace años viene cooperando con el pueblo haitiano. Alrededor de 400 médicos y especialistas de la salud prestan cooperación gratuita al pueblo haitiano. En 227 de las 337 comunas del país laboran todos los días nuestros médicos. Por otro lado, no menos de 400 jóvenes haitianos se han formado como médicos en nuestra Patria. Trabajarán ahora con el refuerzo que viajó ayer para salvar vidas en esta crítica situación. Pueden movilizarse, por lo tanto, sin especial esfuerzo, hasta mil médicos y especialistas de la salud que ya están casi todos allí y dispuestos a cooperar con cualquier otro Estado que desee salvar vidas haitianas y rehabilitar heridos.
Otro elevado número de jóvenes haitianos cursan esos estudios de medicina en Cuba.
También cooperamos con el pueblo haitiano en otras esferas que están a nuestro alcance. No habrá, sin embargo, ninguna otra forma de cooperación digna de calificarse así, que la de luchar en el campo de las ideas y la acción política para poner fin a la tragedia sin límite que sufren un gran número de naciones como Haití.
La jefa de nuestra brigada médica informó: "la situación es difícil, pero hemos comenzado ya a salvar vidas". Lo hizo a través de un escueto mensaje horas después de su llegada ayer a Puerto Príncipe con refuerzos médicos adicionales.
Tarde en la noche comunicó que los médicos cubanos y los haitianos graduados de la ELAM se estaban desplegando en el país. Habían atendido ya en Puerto Príncipe más de mil pacientes, poniendo a funcionar con urgencia un hospital que no había colapsado y utilizando casas de campaña donde era necesario. Se preparaban para instalar rápidamente otros centros de atención urgente.
¡Sentimos un sano orgullo por la cooperación que, en estos instantes trágicos, los médicos cubanos y los jóvenes médicos haitianos formados en Cuba están prestando a sus hermanos de Haití!
Fidel Castro Ruz
14-01-2010 Tomado de CUBADEBATE
Nos duele Haití ( Terremoto en un país ocupado )
escrito por Carlos Aznárez
(Resumen Latinoamericano)-Como nadie, como nunca, como siempre, nos duele Haití. Sus calles hoy llenas de escombros, de muertos, de terror, en esta ocasión "por culpa de un terremoto", o mejor dicho por culpa de las causas -no climatológicas- que provocaron cientos de años de iniquidad e indolencia imperial en un país arrasado por la voracidad de los sucesivos invasores.
Nos duele el Haití de hoy, golpeado por un sismo de 7 grados, pero que no es distinto al que durante años fue maltratado, violentado, masacrado, torturado, humillado, por otras tantas catástrofes provocadas por gobernantes déspotas, militares asesinos, civiles cómplices, ejércitos de ocupación extranjera, como el que ahora está alli, de la mano de la ONU y que incluye, para vergüenza de la Patria Grande de Bolivar y Pettion, a tropas mercenarias latinoamericanas.
Nos duele este Haiti con olor a muerte, las que provocó este resquebrajamiento de la tierra, pero también esas otras, tan cotidianas, como las del compañero Jn. ANIL LOUIS-JUSTE, intelectual asesinado ayer mismo al salir de su querida Universidad, donde tantas veces había peleado por la dignidad haitiana.
Ahora vendrán las condolencias, las ayudas (las mejores y más efectivas son las que siempre han dado Cuba y Venezuela, solidaridad pueblo a pueblo y no caridad de ocasión), y los lamentos por todo lo que no hicimos por ese país que en estos años de bicentenario deberíamos reverenciar por ser el primero en liberarse, lanzando el primer grito antiesclavista del continente.
Sí, Haití nos duele en las entrañas, en la piel, en las palabras. Pero no es suficiente. No vale recordar a ese hermoso pueblo, empobrecido por los mismos que hoy desde Washington, Paris o la ONU, derramarán lágrimas de cocodrilo, si no le ayudamos revolucionariamente a expulsar a sus ocupantes, a sacudirse de una vez y para siempre a quienes tanto mal le ha causado.
No le echemos la culpa a los sismos, sino a quienes provocan estos y todos los males de una tierra ultrajada a golpe de trasnacionales y crueldad capitalista. Lo demás, es pura hipocresía, como tan bien lo explica ese otro rebelde planetario llamado Evo Morales.