René González : Querido Comandante
Querido Comandante:
Primero que todo un abrazo, mi agradecimiento, el sentimiento de aprecio no solamente por todo el apoyo que ha volcado usted sobre nosotros, por la forma en que ha movilizado a todo un pueblo y ha movilizado la solidaridad internacional a favor del caso nuestro, sino, en primer lugar, por habernos servido de inspiración, por haber sido el ejemplo que hemos seguido durante estos 13 años y por haber sido para nosotros una bandera tras la cual nunca íbamos a dejar de marchar.
Para nosotros esta misión no ha sido más que la continuación de todo lo que han hecho ustedes, de lo que la generación suya hizo por el pueblo cubano y por el resto de la humanidad.
Para mí es un placer enorme enviarle este mensaje, enviarle el abrazo temporal, que irá por esta vía, porque sé que nos daremos un abrazo finalmente; por mucho que intenten nuestros adversarios impedirlo, sé que nos vamos a dar ese abrazo. Sé que los Cinco regresaremos porque usted lo prometió y porque ha movilizado la energía, lo mejor de la humanidad, la voluntad de todo el mundo para que eso suceda.
Para nosotros es un honor servir a la causa que usted inspiró en el pueblo de Cuba, ser seguidores de usted, seguidores del camino que usted y Raúl abrieron, y nunca dejaremos de ser merecedores de esa confianza que ustedes depositaron en nosotros.
A los dos, a usted, Fidel, a Raúl que ahora nos guía en esta nueva etapa difícil, compleja pero gloriosa en que estamos enfrascados para romper la dependencia económica que nos ata todavía y que impide que logremos construir la sociedad que queremos, les envío un abrazo de parte de los Cinco, les digo que siempre tuvimos confianza en ustedes. Cuando estábamos solos en el hueco, cuando estábamos incomunicados, cuando no recibíamos noticias, cuando mis cuatro hermanos no sabían nada de su familia porque no se les podía decir, siempre tuvimos confianza en ustedes, siempre supimos que ustedes no abandonarían a sus hijos, porque siempre supimos que la Revolución nunca abandonaba a quienes la defendían. Por eso es que merece ser defendida y por eso es que siempre lo haremos.
Y aunque no estoy seguro de que merezcamos todos los honores que se nos han hecho, sí le puedo decir que el resto de vida que nos queda será dedicado a merecerlo, porque ustedes nos inspiran, porque ustedes son la bandera que nos enseñó cómo comportarnos y hasta el fin de nuestros días trataremos de ser merecedores de la confianza que ustedes depositaron en nosotros.
Para mí ahora esto es una trinchera en la que seguiré en el mismo combate a que ustedes me convocaron y voy hasta el final, hasta que se haga justicia, a seguir sus órdenes, a hacer lo que haya que hacer.
Y les digo a Fidel y a Raúl: ¡Comandantes, los dos, ordenen!
Primero que todo un abrazo, mi agradecimiento, el sentimiento de aprecio no solamente por todo el apoyo que ha volcado usted sobre nosotros, por la forma en que ha movilizado a todo un pueblo y ha movilizado la solidaridad internacional a favor del caso nuestro, sino, en primer lugar, por habernos servido de inspiración, por haber sido el ejemplo que hemos seguido durante estos 13 años y por haber sido para nosotros una bandera tras la cual nunca íbamos a dejar de marchar.
Para nosotros esta misión no ha sido más que la continuación de todo lo que han hecho ustedes, de lo que la generación suya hizo por el pueblo cubano y por el resto de la humanidad.
Para mí es un placer enorme enviarle este mensaje, enviarle el abrazo temporal, que irá por esta vía, porque sé que nos daremos un abrazo finalmente; por mucho que intenten nuestros adversarios impedirlo, sé que nos vamos a dar ese abrazo. Sé que los Cinco regresaremos porque usted lo prometió y porque ha movilizado la energía, lo mejor de la humanidad, la voluntad de todo el mundo para que eso suceda.
Para nosotros es un honor servir a la causa que usted inspiró en el pueblo de Cuba, ser seguidores de usted, seguidores del camino que usted y Raúl abrieron, y nunca dejaremos de ser merecedores de esa confianza que ustedes depositaron en nosotros.
A los dos, a usted, Fidel, a Raúl que ahora nos guía en esta nueva etapa difícil, compleja pero gloriosa en que estamos enfrascados para romper la dependencia económica que nos ata todavía y que impide que logremos construir la sociedad que queremos, les envío un abrazo de parte de los Cinco, les digo que siempre tuvimos confianza en ustedes. Cuando estábamos solos en el hueco, cuando estábamos incomunicados, cuando no recibíamos noticias, cuando mis cuatro hermanos no sabían nada de su familia porque no se les podía decir, siempre tuvimos confianza en ustedes, siempre supimos que ustedes no abandonarían a sus hijos, porque siempre supimos que la Revolución nunca abandonaba a quienes la defendían. Por eso es que merece ser defendida y por eso es que siempre lo haremos.
Y aunque no estoy seguro de que merezcamos todos los honores que se nos han hecho, sí le puedo decir que el resto de vida que nos queda será dedicado a merecerlo, porque ustedes nos inspiran, porque ustedes son la bandera que nos enseñó cómo comportarnos y hasta el fin de nuestros días trataremos de ser merecedores de la confianza que ustedes depositaron en nosotros.
Para mí ahora esto es una trinchera en la que seguiré en el mismo combate a que ustedes me convocaron y voy hasta el final, hasta que se haga justicia, a seguir sus órdenes, a hacer lo que haya que hacer.
Y les digo a Fidel y a Raúl: ¡Comandantes, los dos, ordenen!
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